martes, 2 de septiembre de 2008

"LA CIUDAD COMO DESARROLLO HUMANO".

Al establecer la expansión de las libertades y el bienestar humano como objetivo central del desarrollo, el paradigma de desarrollo humano abre muchas posibilidades para la transformación de las relaciones de género y la mejora de la condición de las mujeres, posibilidades que una visión más economicista del desarrollo no permite.

Sin embargo, si hablamos de capacidades de las personas, es preciso señalar que éstas enfrentan obstáculos de diverso tipo para desplegar su potencial, desde la falta de alimento o educación, hasta barreras religiosas o exigencias basadas en una cultura patriarcal que inhiben a una persona a decidir por sí misma.

El desarrollo humano hace hincapié en la participación y el empoderamiento de las personas. En ese sentido, se habla de la agencia humana, que supone reconocer que las personas no somos seres pasivos en el desarrollo sino agentes del mismo y además que cada cual puede aspirar a una serie de metas y valores que puede que tengan que ver con su bienestar o no, y que incluso pueden estar reñidos con él.

Sin embargo, pese a que el desarrollo humano es un escenario mucho más favorable para visibilizar aspectos de la desigualdad entre hombres y mujeres antes ocultos, la incorporación de la dimensión de género en el desarrollo humano, sobre todo en la práctica cotidiana del desarrollo, continúa siendo un desafío. Un desafío que enfrenta muchos obstáculos en las instituciones sociales y culturales que sostienen los mecanismos de subordinación y discriminación. Para lograr un verdadero desarrollo humano, un desarrollo real para hombres y mujeres, resulta imprescindible transformar estas instituciones y pautas sociales y culturales. Más allá de la discusión de si la igualdad de género es un medio o un fin para el desarrollo humano, lo que resulta obvio es que debe ser una prioridad.

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